La relación entre el trabajo y nuestra vida personal
Tanto el ser humano en sí mismo, como su relación con el entorno laboral han cobrado una gran importancia. Cada vez se está desarrollando una mayor sensibilidad hacia el reconocimiento de la persona como algo esencial y básico en cualquier proyecto empresarial. Por ejemplo, teniendo presente esta perspectiva, no es raro que hoy en día nos resulten familiares términos como motivación, trabajo en equipo, liderazgo, comunicación, o que algunas organizaciones se esfuercen por ofrecer alternativas que antes serían inimaginables. Así, se intenta conciliar la vida profesional y la vida familiar o potenciar la flexibilidad de la jornada de trabajo. ¿Cómo se ha llegado a estos planteamientos?
Se suele decir que la Psicología “presenta una corta historia, pero un largo pasado”. Aunque durante muchos siglos han existido personas interactuando en grupos y organizaciones, sin embargo, no será hasta principios del siglo XX cuando los principios psicológicos se pongan en relación con el mundo profesional. ¿Por qué surge el interés por la Psicología en ese momento? Es evidente que algo no se intenta afrontar hasta que no se plantea como problema.
Precisamente, será en los inicios del pasado siglo cuando se pida colaboración a los psicólogos para resolver algunas cuestiones. Por ejemplo, ¿cómo seleccionar oficiales para la marina mercante tras el desastre del Titanic? ¿Cómo reclutar personal con cierta probabilidad de éxito para clasificar adecuadamente la tropa? o ¿cómo diseñar situaciones apropiadas para ejercer la actividad laboral y ser eficaces y productivos?
En la misma línea, no se aplicará la Psicología directamente al entorno de las organizaciones hasta que el trabajo como tal no empieza a suscitar ciertos interrogantes.
La necesidad de cuidar de las personas en el entorno laboral
Somos conscientes que la importancia del desarrollo de las personas en las organizaciones no es una cuestión de buenas palabras o intenciones. “Obras son amores y no buenas razones”. No sólo hay que tener voluntad sino poner los medios para llevar a la práctica adecuadamente lo que se formula en la teoría. ¿Dejaríamos que un buen amigo nos operara si no fuera cirujano? ¿Se podría llevar la contabilidad de una empresa sólo con buena intención sin tener nociones de lo que es un balance? Sin embargo, ¿qué ocurre con aquellas variables relacionadas con los comportamientos humanos en entornos laborales?
Si miramos a nuestro alrededor podríamos observar que la realidad, aunque en los últimos años se esté avanzando, deja mucho que desear. ¿Existen departamentos de Recursos Humanos en la mayoría de las empresas? ¿Cuál es su orientación? Curiosamente, ciertas organizaciones que se están tomando en serio estas cuestiones suelen ser las que obtienen mayor éxito económico y social. Por ejemplo, en las últimas encuestas sobre las mejores empresas en Europa destacan precisamente aquéllas que tienen políticas innovadoras de desarrollo de su personal.
Nuestro objetivo no “es sorprender con recetas mágicas”. Aunque “el mediterráneo ya esté descubierto”, sí es importante sensibilizarnos de su presencia y reconocer su valor para no ignorarlo o destruirlo. El ser humano es el mismo en los diversos contextos y de ahí la necesidad de conocer sus características psicológicas para poder potenciar sus posibilidades.
Si algo tenemos claro de nuestra experiencia en el mundo de la empresa es que gestionar relaciones es tan importante como diseñar la estrategia de negocio. Hay que plantearse la necesidad de concebir a las personas como “activos a largo plazo” más que como “recursos o bienes de consumo” que se intercambian, se venden o se compran. Debemos tener claro que las personas “son seres vivos” y no meros “entes pasivos o piezas de una máquina”. No podemos olvidar que los “recursos” no tienen derechos, sino exclusivamente deberes. Las personas son y pueden construir otra realidad.
Por ejemplo, implicarse y hacer que el proyecto consiga el objetivo pretendido o desinhibirse y provocar que se venga a pique. Como afirmábamos en un artículo anterior (Trabajar en equipo: talento y talante), “el todo es más que la suma de las partes” y nunca mejor dicho dos más dos no son necesariamente cuatro, ya que cuando entran en juego las personas y movilizan sinergias positivas o negativas, el resultado puede ser más cien o menos doscientos. De ahí la necesidad de ofrecer medios y herramientas a las personas para facilitar su pleno desarrollo humano, personal y profesional.
Muchos pensarán que realizar este proyecto puede ser utópico o imposible. Sin embargo, no hay excusa para justificarse por no hacer nada amparándose en las dificultades. Nuestra vocación humana nos exige llevar a cabo sin demora modos de gestionar personas que creen ilusión y dinamicen los proyectos empresariales.
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