La Mente Estratégica es necesaria como elemento rector de las acciones cuando se deben alcanzar objetivos en disputa, lo que de hecho involucra la participación de otros en busca de lo mismo. La Estrategia sólo reconoce dos parámetros de evaluación para su desempeño: Victoria o Derrota. No existen puntos medios. Lo mismo aplica para la Mente Estratégica. Por ello debe acudir a procesos de razonamiento altamente efectivos.
1.- La Mente Estratégica es completamente Flexible.
Se fundamenta en una premisa sencilla: la necesidad de tener una mente abierta a todo y sin “atadura” alguna. Las mentes “cerradas”, vinculadas a preceptos rígidos, ideologías, dogmas o filosofías, no alcanzan la efectividad que demanda la Estrategia. Esto no quiere decir que para la Estrategia se justifiquen los relativismos morales o conductas disipadas.
La Estrategia es un mecanismo de gestión, y como tal no define a la persona, de igual forma que el oficio del carpintero no lo califica como individuo. La Estrategia no trasciende principios o valores, porque estos le corresponden al hombre que se encuentra detrás del profesional. La Estrategia demanda una Mente Flexible para poder alcanzar sus propósitos.
Para la Flexibilidad Mental existe una solución posible para cada circunstancia probable; en realidad existen muchas soluciones posibles para una circunstancia probable.
Esta elasticidad de pensamiento permite que las acciones se adapten a la realidad más fácilmente, dado que cada respuesta tiene la posibilidad de fundamentarse en un conjunto de posibilidades.
Al considerar la existencia de “grados de dificultad” para alcanzar los objetivos, la Mente Estratégica busca las rutas más simples posibles, y así desarrolla ésa habilidad para solucionar problemas y acertijos que también la diferencia de la masa.
Esto no se alcanza sin Flexibilidad Mental.
2.- La Mente Estratégica no trabaja buscando soluciones, trabaja clasificando Opciones.
Siempre existen muchos y diferentes caminos para llegar a una solución, pocas veces hay uno solo. La Mente Estratégica se enfoca en la identificación, clasificación y calificación de las rutas, no se concentra en el Objetivo. La mente convencional supone que anclándose en el objetivo garantiza el resultado, pero cuando el mismo objetivo está sujeto a disputa, la ruta que conduce a él es mucho más importante. Quién encuentra la ruta más práctica no sólo llega más rápido al objetivo, esencialmente toma posesión de él.
La Estrategia es una apología de lo práctico, una oda al pragmatismo y un magisterio de eclecticismo. Todo esto se trabaja en la ruta, no en el destino.
No todas las Opciones son una solución y muchas veces no existen varias soluciones para un problema, por esto resulta vano “buscar soluciones” y estratégico buscar opciones.
Esta forma de pensar no caracteriza a la masa.
3.- La Mente Estratégica no opera con la lógica del “plan B”, trabaja con muchos “plan A”.
Si para la Estrategia sólo existen la Victoria o la Derrota como parámetros de evaluación, entonces el Principio Estratégico demanda “hacer de la Victoria la única opción”.
Si la Victoria es la única opción y la Mente Estratégica trabaja clasificando opciones, entonces todas las opciones consideradas como “potenciales ganadoras” son diferentes versiones de un “plan A”.
El “plan B” tiene el carácter de una “salida de emergencia” y anula la consideración de un hecho básico: existen muchos caminos para llegar al destino, no sólo dos, y mucho menos uno óptimo y otro circunstancial.
El trabajo de buscar y clasificar opciones en vez de enfocarse en las soluciones, permite que el Strategos opere con muchas “alternativas ganadoras”, no solo con un par. Cuando alguna cae, no se ve forzado a recurrir al “plan de emergencia”, simplemente prosigue evaluando las demás.
Para la Mente Estratégica la “emergencia” es lo habitual, es un patrón de conducta. El conflicto (que es aquello que justifica el uso de la Estrategia), es en sí mismo una “emergencia”, o eso al menos piensa el Strategos, y así también se diferencia de la masa.
4.- La Mente Estratégica le corresponde al individuo que alcanza Control sobre sus emociones.
Quién no tiene dominio de sí mismo, en esencia no domina nada. Mucho menos un tema tan complejo e intenso como la Estrategia que interactúa con el Conflicto.
Las emociones son el combustible de las actividades humanas y como buen combustible son inestables y pueden explosionar.
El control de las emociones se alcanza en la mente, y para La Mente Estratégica esto es un imperativo no sólo una necesidad. Aquel que mejor controle sus emociones dirime el conflicto a su favor.
Esta es tarea de toda una vida ¡seguro!, una batalla que se libra en el interior y conoce pocas victorias y mucha frustración.
Bien harían todos los hombres en este afán, pero entre que para todos es un estado deseable, para el Strategos forma parte de su oficio.
5.- La Mente Estratégica interactúa con los demás en términos de Empatía y Negociación.
La Estrategia es el arte de lo sutil, lo “no evidente”, nada tiene que ver con imposición o Fuerza mal entendida, por esto demanda Empatía y Negociación para su relación con los demás.
Son dos hechos simples los que explican esta demanda:
La empatía supone “colocarse en el lugar del otro”, y al hacerlo el Strategos toma “control” del otro y “control de la situación”.
La negociación supone alcanzar el punto en el que “todos pierden” y simultáneamente aquel en el que “todos ganaron”.
Para la Mente Estratégica el “control de la situación” es uno de los activos más valiosos en la interacción con el Conflicto, puesto que de esta manera existe menor incertidumbre en la lid competitiva que conduce al desenlace.
El “control de la situación” se alcanza por medio del “control sobre los demás”, y cuando esto es producto de la Empatía no se precisa ningún acto torpe o intrusivo. “Colocarse en el lugar del otro”, entender qué y cómo piensa, deducir la naturaleza de sus intereses e inquietudes genera poder como pocas cosas, y esto busca la Mente Estratégica de forma sutil.
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