Las personas con alto nivel de exigencia son propensas a sufrir de este problema que va en aumento.
Hacer, hacer y hacer más cada vez. Así suena la productividad tóxica, mejor entendida como ese exceso de trabajo cargado de pensamientos autoexigentes y comparaciones con el otro que te llevan al límite del cansancio.
Vivimos en tiempos absurdos donde se castiga el descanso y la competitividad y la adicción al trabajo están a la orden del día e incluso se consideran atributos deseables. Es momento de revisar nuestras creencias y entender que estas posturas solo le hacen daño a la salud mental y nos acercan al síndrome de burnout.
¿Cómo dejar de vivir en la productividad tóxica?
“Producir se vuelve tóxico porque ese ritmo no se puede mantener a lo largo del tiempo y crea estragos en la salud. También crea un ambiente tóxico porque hay una descompensación entre el trabajo y el resto de tu vida”.
Esta obsesión por abarcar más solo genera estrés, ansiedad y depresión.
Esta obsesión se puede vivir en todas las áreas de la vida, no solo en lo laboral, empujándote a los límites en otros proyectos como la actividad física para mejorar tu cuerpo o ser la mejor académicamente.
Los síntomas van desde un elevado nivel de estrés y ansiedad, un estado de activación o nerviosismo, si está agotado la mayoría del tiempo, si el estado de ánimo es bajo y te sientes saturado de todo.
Para revertir la productividad tóxica, los expertos recomiendan comenzar por asumir el problema para aprender a reconocer las señales en el futuro y empezar a hacer cambios. El más fundamental de ellos es incorporar obligatoriamente un tiempo de descanso para ti a diario.
Hay que aprender a establecer distanciamientos entre la vida personal y laboral.
Desde un paseo por la mañana, una película por las noches, una hora de ejercicios en la tarde. Debes hacer actividades satisfactorias para ti a diario que sumen a tu bienestar, dándole prioridad en tu agenda como si se tratara del trabajo.
De igual manera, ponle límites a las horas de trabajo y desconéctate a ciertas horas, apaga las notificaciones, establece límites entre tu vida personal y profesional y trabaja tu comunicación interna de que no hay que trabajar más sino mejor.
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